Aquí Lucas, de nuevo al teclado. Los últimos días han estado tan llenos de cosas nuevas, de vivencias, de anécdotas, que me ha sido imposible poder ir escribiéndolas aquí. Pensadlo: una nueva ciudad, mucho por visitar y por hacer… no podía pararme sentado frente a esta pantalla cada noche. Ayer solo me dio tiempo para ponerme en contacto con Andrés, que me contó sus primeras anécdotas.
Yo intentaré ser lo más breve posible, y para eso trataré de no hablar de más de una cosa a la vez, aunque ahora todo me venga a la cabeza de forma caótica, como destellos.
Después de escribir mi entrada anterior salí a la calle con la mochila al hombro. La mañana me recibía radiante, y los rayos de sol eran como una tenue caricia realmente reconfortante. Eran aproximadamente las nueve de la mañana, y yo estaba deseando explorar mi nuevo entorno, libre ya de la preocupación de que sería de mí por la noche. Brockley, el distrito donde vivo, es una zona repleta de pequeñas casas unifamiliares de estilo victoriano. Lo primero que me llamó la atención fue que está habitada principalmente por gente de color. Anduve por la acera mirando de un lado a otro, tratando de familiarizarme con el lugar. Buscaba la estación de tren, pero familiarizarme con el camino más corto llevaba su tiempo. Mi destino era la zona 1, el centro de Londres. El motivo es simple: ahora que ya tengo una habitación, tengo que encontrar un trabajo que me ayude a pagarla (es bastante cara, 350 libras al mes, unos 400 euros, aunque no está nada mal para el tipo de casa que es y su localización)
En mi mochila llevaba lo justo: un impermeable de bolsillo, una cámara de fotos y una carpeta que entre otras cosas, contenía folios en blanco para escribir y una copia de mi currículo en ingles. La caza del trabajo comenzaba hoy, pero por recomendación de Ana y Marcel (mis anfitriones) debía hacerme antes de nada con un NIN (Nationa Insurance Number) provisional. Eso me facilitaría lo del trabajo, en teoría.
Al final llegue a la estación de Brockley. Por supuesto, lo más notorio, a lo primero que debía habituarme era al inglés. El mío es enlatado, fruto de las clases en el bachillerato, de algunas novelas y de multitud de películas y series en versión original. Aquí se habla de verdad, con un acento que se me antojaba extraño (es lo que tiene estar acostumbrado a las producciones americanas) Pero si ponía atención, poco a poco empezaba a entender frases sueltas. A los pocos minutos de entrar en la estación apareció el tren que debía llevarme a mi destino: la estación de London Bridge. Esta a solo dos paradas de Brockley, cosa de poco menos de diez minutos. Las puertas se abrieron y yo entré y me dirigí sin siquiera pensarlo al fondo del vagón, al lado de la ventana. Son las mejores vistas: puedes ver el paisaje y observar al resto de viajeros. Tampoco tuve tiempo de acomodarme demasiado, pues al poco el tren se internaba en la estación a la voz de “this station is London Bridge: change here to the bus and subway services. Please mind the gap between the train and the platform” Una frase que a partir de entonces iba a escuchar mucho. Y la primera frase que logre entender totalmente.
Bajé del vagón poniendo cuidado al dichoso escalón y me perdí entre la marea de gente de todas las edades, estratos y etnias que se agolpaban en las portezuelas para arrimar su “Oyster Card” y salir de allí. Yo compré la Oyster en mi primer día y me vale para uan semana de viajes en tren, bus y metro en las zonas 1 y 2. La broma sale por 30 libras, y yo con eso viajo un mes en Valencia. Así que tras el “bip” provocado por la tarjeta, las puertas se abrieron a mi paso y yo me dirigí a mi primer día de turismo en la ciudad. Pero por hoy ya es suficiente: mi visita al puente de Londres y el resto de pormenores los relataré otro día. Hasta entonces.
2 comentarios:
Vinga Lucas, a vore quan ixes alguna nit de festa o a passejar i ens descrius l'ambient nocturn de Londres. M'encantaria saber com és Londres per la nit, tant per a passejar i disfrutar-la com per a exir a prendre alguna copeta.
Good luck!
Ostias.. un italiano hablando valenciano, increíble.
Gracias por la felicitación. Ya era hora de tener un nombre.
Saludos,
Iker
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