Se que hace mucho que no escribo aquí, pero a veces me es difícil encontrar solo un hueco. Intentare escribir más a menudo. Hay días, sobre todo aquí en Londres, en que el cielo te recibe temprano con un color pétreo, con la lluvia adivinándose allá en lo alto. Hoy ha sido uno de esos días. Y es curioso, porque parece como si el cielo se solidarizase con tu estado de ánimo. Pero la realidad tiene menos adornos: lo cierto es que si el cielo esta así, es porque es el cielo de Londres.
Hoy me he sentido abordado por la melancolía mientras salía de casa. Llevo ya semanas aquí, lejos de casa, de mi gente, de mis costumbres. Y eso pasa factura. Sobretodo si como yo eres propenso a este tipo de cosas por muy bien que lo estés pasando. Así que he paseado mi nostalgia por Westminster, con su Big Ben (parecía más alto en las películas) apuntando al cielo sin importarle que color tenga hoy. Las primeras gotas caen sobre la City mientras paso bajo la estatua del viejo Churchill, con todos mis respetos, más fácil de saltar que de rodear. Lo digo porque me resulta gracioso, y hoy ha sido lo único que me lo ha parecido. Y eso que ya llevo unos cuantos paseos por los alrededores del Parlamento. El primero fue 5 de Noviembre, fecha que podría haber sido el aniversario de la demolición del edificio. Para más detalles, informaros acerca de la “Conspiración de la pólvora”, una realidad histórica muy importante en Inglaterra. ¿O es que no habéis visto V de Vendetta?
El caso es que con trabajo, más trabajo, cielo plomizo, mucho turismo, tantas cosas nuevas… supongo que un día como el de hoy era de esperar. Y yo sin mi guitarra.
Veremos que me trae el mañana.
Lucas.
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