"Winds in the east, mist coming in, like somethin' is brewin' and about to begin. Can't put me finger on what lies in store, but I fear what's to happen all happened before..."
Hoy el cielo de Londres ha vuelto a vestirse de gris. No ha llovido, pero tampoco ha lucido el sol. Yo cuento los días que quedan para volver al hogar. Y lo hago pensando en cuanto voy a echar este sitio de menos. Lo pensaba mientras volvía del trabajo en el metro, mientras oteaba entre los pasajeros para ver si descubría entre la multitud a la dueña de aquel jersey azul. Lo pensaba más tarde, en el tren, mientras jugueteaba con la baraja en mis manos. Aún más tarde, cuando me he sentado frente a la ventana de mi cuarto, tratando de escribir un poco con la música de fondo. He visitado tantos sitios, y me han quedado tantos por ver… me falta sentarme en uno de los grandes teatros de la ciudad a ver un musical. Todavía no he visitado Madame Tussauds, ni Abbey Road. Todavía hay rincones de Portobello Road que no he descubierto, quizás los mismos que todavía no conozco en Candem Town. No he escuchado a ninguna banda local versionar a Dire Straits en un pub nocturno. Aun no he jugado al baloncesto en una cancha londinense. No he sentido en mi piel como el viento cambiaba. Todo esto apareció en mi ventana, cuando observaba ensimismado la diferencia que existe entre el jardín descuidado de mi casa y el primorosamente mimado jardín de casa de Adam, mi vecino. Apareció en mi ventana cuando en mis oídos aun sonaba la misma canción. Todavía.
Si. Decididamente volveré pronto. Quedan demasiadas cosas por hacer.
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